miércoles, 2 de diciembre de 2009

Memoria del Jueves, día 26 de Noviembre de 2009

En la práctica del veintiséis de noviembre hemos seguido avanzando en nuestras lecturas con la intención de recuperar la visión de la época del gran emperador, de su sociedad, para ello hemos acudido a varios manuales de sociedad como La sociedad en la España moderna de Maximiliano Barrio Gonzalo.

Así hemos podido entender la forma de la sociedad de la época un poco mejor y acercarnos así a la imagen que tendrían del emperador.

Nos encontramos ante una sociedad estructurada en estamentos, los cuales a su vez están divididos en pequeños grupos familiares, culturales…etc. Es decir la sociedad del momento tendía a asociarse desde su nacimiento.

Cada estamento tenía sus funciones (los nobles guerrean, el clero reza y el campesinado trabaja el campo) que le marcan un tipo de vida y una manera de pensar debido a los privilegios que conllevaban ciertos cargos.

Una sociedad con un orden establecido por Dio lo que le salvaba de cualquier replica de un simple mortal.

Acerquemos a España, una sociedad de concepción especialmente regia, como su corte.

Una sociedad que no aceptaría fácilmente a un rey extranjero, lejano de la corte castellana, que no hablaba castellano y venia rodeado de una corte flamenca que fue usurpando los cargos oficiales ocupados por castellanos y aragoneses, los cuales enseguida comenzaron a pedir dinero a las cortes para poder pagar los gastos de la empresa imperial.

Esto se añadiría al temor creciente a la perdida de los fueros de los que gozaban ambas coronas en tiempos de los reyes católicos. Venia a gobernar un príncipe con ideales imperiales, era posible que pudiera eliminar los fueros y aplicar una misma ley a todo el imperio.

Con el estudio de la sociedad flamenca volvemos a tener problemas para encontrar bibliografía. Podemos encontrar información sobre la corte que vino con Carlos V a la península, una corte ampulosa que influía mucho en la personalidad del joven príncipe, una corte con ansias de poder que esperaban tener el mismo trato de favor y los mismos cargos o mejores que en su tierra, una corte que no se paro a ver como era la corte y la sociedad de España menospreciándola.

Del pueblo flamenco no hemos encontrado nada, pero podemos suponer que se mezclarían un sentimiento de orgullo ante un príncipe de su tierra y quizás una creciente preocupación por las ansias imperiales de este que hacia imprevisible el futuro del reino.


Begoña del Valle Río

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